viernes, 20 de abril de 2012

El papel oculto de China en la crisis de YPF: ¿aliada o enemiga?


El gigante asiático es una de las estrellas invitadas en el drama de la nacionalización de la filial argentina de Repsol. De aliada de los españoles en Brasil, a posible sustituta en Argentina.
El presidente de Repsol, Antonio Brufau, y el de la china Sinopec, Su Shulin.
El presidente de Repsol, Antonio Brufau, y el de la china Sinopec, Su Shulin.
La sombra de China es demasiado alargada en todo el proceso de nacionalización de YPF como para que pase desapercibida. Su presencia indirecta, a través de dos de sus grandes petroleras (Sinopec y CNOOC), hace sospechar que Pekín no ha sido un mero espectador del teatro que ha montado la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kichner, para arrebatar a Repsol su filial austral.
La prensa china publicaba ayer un opinión anónima de un supuesto experto de Sinopec, aliado de Repsol en Brasil, en el que consideraba que la nacionalización "puede acarrear beneficios y ventajas, entre otras la mayor facilidad de comunicación e intercambio entre los gobiernos de países en desarrollo". Todo un aviso.
El ministro de Economía argentino, Julio de Vido, ya apuntó el martes que una petrolera china podría invertir en la región para desarrollar el yacimiento de Vaca Muerta, cuyas reservas potenciales ascienden a cerca de 23.000 millones de barriles equivalentes de petróleo. Buenos Aires necesita contar con un socio extranjero capaz de explotar todo el potencial de los pozos, que se extienden a lo largo de cientos de kilómetros y que necesitan una inversión de 10.000 millones de dólares. Y, claro, cualquier compañía occidental se lo pensaría dos veces visto el precedente.
Por su parte, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, quiso quitar importancia a la posible entrada de las chinas tras la salida de la española, lo que podría considerar una traición en toda regla. "Los chinos, aunque chinos, son muy serios", dijo cuando se le preguntó al respecto. En el caso de que se consumase la operación, Brufau debería pedir explicaciones a Sinopec para que aclare su papel máxime cuando hasta hace poco le llamaban a la puerta para comprar YPF.
Vender YPF
La vaporosa y amenazante presencia china en todo el revuelo argentino venía cociéndose desde hace tiempo. Según apuntaban varias fuentes, Repsol había negociado la posible venta del 57% que mantenía en YPF ante el retumbar de los tambores de la nacionalización. Como siempre, los sospechosos habituales eran chinos: CNOOC y Sinopec. Ninguno prosperó porque Buenos Aires ocupó YPF antes del posible cierra de alguna de las operaciones.
Las amables invitaciones de Vido hacen sospechar que a ambas no les importaría entrar a formar parte del negocio, a pesar de la nacionalización y de los futuros problemas legales que pueda acarrear si finalmente se consuman todas las amenazas de España y Repsol.
Caminos paralelos
Argentina sería una pieza más a cobrar en la carrera que mantiene China para sumar hidrocarburos. Las dos petroleras se encuentran inmersas en un plan de inversión internacional para incrementar sus reservas: tienen dinero, el respaldo del Gobierno y no les importa hacer negocios con gente poco recomendable.
Sinopec, controlada en un 75% por el Estado chino, es el principal socio de la petrolera española en Brasil tras invertir 9.000 millones de dólares para hacerse con el 40% de Repsol Brasil. Sin presencia en Argentina, sí que tiene experiencia en la explotación de los llamados recursos no convencionales (los que yacen en Vaca Muerta).
CNOOC, con un 64% de su accionariado en manos de Pekín, está presente en Argentina desde 2010, tras su alianza con la petrolera nacional Bridas. La tercera petrolera china está en plena expansión de su actividad exterior y quiere incrementar el porcentaje de producción de crudo foráneo, que actualmente roza el 12%.
Ambas están férreamente controladas por Pekín. Un ejemplo es que el actual presidente de Sinopec, Fu Chengyu, fue máximo directivo de CNOOC hasta hace poco más de un año. Todo un símbolo de quién controla realmente las dos empresas.
Si finalmente se da el caso, Pekín habría dado un nuevo paso más agresivo en su estrategia mundial. Hasta el momento, el gigante no había sido muy escrupuloso a la hora de elegir a sus aliados energéticos, pero sólo entraba donde nadie quería ir y nunca había sido un actor activo.
China fue uno de los pocos países que se mantuvo presente en Sudán mientras que las organizaciones no gubernamentales denunciaban el genocidio que allí estaba pasando. También se mostró reticente a apoyar el embargo de Estados Unidos y la Unión Europea a la compra de petróleo de Irán. Lo hizo al final, y a regañadientes, ya que se trataba de su mayor proveedor foráneo.
Si se confirmase un acuerdo previo de Pekín con Buenos Aires en el que se aseguraba que las petroleras chinas ayudarían a la explotación de los recursos tras la nacionalización, China habría demostrado que su cacareado ascenso pacífico mundial no era más que una mascarada. Si se desmiente, China habría demostrado que respeta las reglas y se ha convertido en un socio de fiar. Sólo el tiempo será capaz de responder qué papel ha jugado el gigante asiático en esta partida.


Fuente: Diario Expansión
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