domingo, 29 de enero de 2012

Las cifras del fracaso escolar en España



Nuestras estadísticas educativas están alejadas de los estándares europeos y en esa lejanía permanente, enquistada, encontramos parte de nuestros problemas: la crisis esctructural de nuestra economía y el alto desempleo, en especial el juvenil.
El 36% de la población entre 25 y 29 años tiene sólo formación escolar básica, es decir, que no ha acabado la ESO (Secundaria Obligatoria hasta los 16 años); la media de la UE con estos estudios primarios es del 18,6%. 
El 37% tiene estudios universitarios o de FP Superior, porcentaje ligeramente superior al europeo, pero en nuestro país no ha habido ni hay tanto trabajo para ese nivel formativo: antes de la crisis había un 44% de trabajadores con estudios universitarios en empleos que requieren menor cualificación.
Por otro lado, sólo un 27% de esa población joven tiene estudios secundarios superiores –Bachillerato o Formación Profesional de Grado Medio–, considerados una garantía de formación mínimamente cualificada para trabajar. La media europea con esta formación es del 49%.
Uno de los principales objetivos de España es elevar este último porcentaje, de manera que crezca el número de estudiantes que estudian más allá de la obligatoria (el 28% abandona antes) y también el de titulados en FP. Ése es, también, uno de los motivos de que el Gobierno haya decidido reformar esos estudios profesionales.
La otra razón es estrechar el vínculo entre la Formación Profesional en el aula y el trabajo en la empresa. Pero la ambición del Gobierno es que la formación práctica meta directamente al estudiante en el mercado laboral:difícil en un momento en el que se destruye más empleo del que se crea.
Por la misma circunstancia no parece que vaya a crecer en los próximos años es el presupuesto destinado a la enseñanza (por debajo del 5% del PIB), aunque muchas son las voces que llaman a invertir en educación para darle la vuelta realmente a nuestro fracaso económico. Muy al contrario, la tendencia marcada por el nuevo Ejecutivo es hacia la restricción más asfixiante. Hasta ahora, la inversión ha sido baja en comparación con la mayoría de países europeos, pues la media pasa del 5% (España alcanzó ese 5% en 2010, pero después cayó). Si nos comparamos con el grupo de países de la OCDE, aquí la media del 6%, y sólo nueve de los 36 estados (España entre ellos) no llega al 5%.
A partir de ahora, que funcionen los criterios de "eficiencia" del gasto que Educación se propone aplicar no puede comprobarse más que a posteriori. La suspicacia sobre el recorte es inevitable.
Y si de dinero hablamos, no podemos olvidar que el 25% de los colegios en España son privados concertados. La financiación la regula una norma de 1985 que los centros subvencionados llevan años urgiendo actualizar porque, aseguran, sobreviven asfixiadas y cobrando cuotas al alumnado.

Malparados en las comparaciones

Junto al del abandono escolar temprano, el otro dato que avergüenza a España es el resultado que nuestros alumnos de 15 años obtienen en las pruebas internacionales de la OCDE: el estudio PISA. Aquí no remontamos posiciones nunca. Seguimos atascados por debajo del promedio de los resultados. Según el último informe PISA, de 2009, en Lectura, estamos en el puesto 34, cuando el promedio es el 27. En Matemáticas, España queda 36ª, 11 puestos más abajo que el resultado medio. En Ciencias, la diferencia de de 12 puestos.
Lo peculiar de nuestro país es la gran diferencia que hay entre los resultados de unas comunidades y los de otras. Por ejemplo, los evaluados de Castilla y León, La Rioja y Madrid logran puntuaciones cercanas a los mejores de la tabla. En cambio, los alumnos de Andalucía, Baleares o Extremadura tienen resultados similares a los de los peores países.
También entre la cifras que caracterizan a España está el alto número de leyes que han regulado el sistema educativo: cinco han marcado el paso de las enseñanzas obligatoria y media desde 1970 con cuatro reformas en 25 años.

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